lunes, 27 de septiembre de 2010

Televisión, periódicos, revistas y el 11-S

Conocía yo las intensiones de este proyecto desde sus primeros bosquejos. El formato tabloide no era el límite, quería crecer, ser una medio comprometido con las diversas verdades que moldean nuestro mundo. El paso de periódico a revista era un asunto de tiempo. Y henos aquí, yo escribiendo y usted leyendo, para y desde, repectivamente, una revista. El cambio físico me alegra, las consecuencias conceptuales son las que me hacen reflexionar. El pase de periódico a revista tiene más aristas que la cantidad de pliegos encabalgados y engrapados. El formato mismo de la revista la hace depender de patrocinios disfrazados de mecenazgos que cohartan las posibilidades críticas que en ella se pueda vertir. Pierre Bourdieu, escribe su ensayo Sobre la Televisón (Edit. Anagrama, 1998) derivado de un programa transmitido en ese medio. Empieza su análisis dejando claro lo paradójico que resulta hablar de libertad a través de un canal que en su naturaleza misma está el no ser libre. La televisión y las revistas son medios masivos, eso las hace uniformar su contenido, instalar pantallas para hacer creer al consumidor de información que consume prescisamente eso: información. Los mass media, participan de la mano del sistema capitalista para mantener engrasada la maquinaria de consumo y el status quo. Canales como Discovery Channel quieren crear la idea de debate hacia la opinión pública, el televidente creé que participa en la producción de contenidos. Con revueltas, revolución e inestabilidad, el mercado local no funciona (más sin embargo, sí el internacional, a través de la economía de guerra, claro). La televisión y la revistas, como parte de los medios masivos, en términos generales no propician el debate, ni la producción cultural. Contamos con programas televisivos de “crítica periodística”, crítica que desde el transmisión sabemos qué temas están fuera del debate: los patrocinadores y los diversos intereses que hacen posible la señal televisiva. Las frecuencias de TV, dadas por el Gobierno solicitaban un diezmo a través de tiempo aire, hoy ese pago se da a través de la moderación crítica. El periódico tiene en su estructura informativa el mayor frente de batalla contra el sistema. El precio mismo del rotativo sustenta la veracidad de las opiniones, la publicidad es circunstancial. Menos costos operativos, menos publicidad, menos intereses, más veracidad. Las revistas, con sus múltiples páginas, en papeles encerados, tirajes relativamente bajos y en selección a color, organizan un equipo de trabajo alrededor de un negocio que se vende como canal de comunicación, pero ¿qué comunica?, y más interesante aún ¿cómo? El New York Times con un tiraje de más de 1 millón de ejemplares diarios recordó en el 2001, el 11-S, por qué se ha mantenido por más de 150 años como un medio verás (al menos del American way life). El rotativo marcó la tendencia informativa, que sirvió de ejemplo para los demás diarios, al verter datos fidedignos sobre la relación entre los árabes saudíes y el ataque. Las revistas, por otro lado, se mostraron mesuradas en los comentarios. Fahrenheit 9/11, de Michael Moore, toma el título de Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. El papel y la democracia arden, el primero a los 451°F y la segunda cuando los canales informativos se venden a intereses. Contrafirma®, la revista, deberá establecer una clara línea crítica para posibilitar el debate, debate limpio y respetuoso que cualquier sociedad requiere. Psicoanalistas, sexólogos, semióticos, diseñadores, literatos, comunicólogos, pornógrafos, filósofos, todos deverán vaciar contenidos sosteniendo su verdad y nada más que ella. Mis saludos a todos. 

Oscar Contreras

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