Cualquiera de ustedes esperaría un artículo sobre Les Paul lleno de datos históricos con cifras rimbombantes, hazañas impresionantes y anécdotas geniales, bueno, para ser honesto yo también lo hubiera querido así, pero imagínense las cosas que tendría que saber sobre aquel hombre llamado Lester Wlliam Polsfuss, al que su madre solía llamar Polfus, al que los cuates alguna vez llamaron “Red Hot Red” y al que terminaríamos conociendo como Les Paul.
Puede ser frustrante el hecho de no haber tenido una edad madura para comprender la obra de un tipo como este, hay que reconocer que dejó un legado único en el mundo de la música, ¿se lo imaginan en 1945 presentando a los directivos de la empresa Gibson una especie de caja semidesmontada con un tablón en el medio y con una facha que daba pena?, no le fue muy bien que digamos, a decir del propio Les Paul le “cerraron la puerta en las narices” ya que por aquellos años se dice que lo que estaba de moda realmente eran las guitarras clásicas y pues no confiaban en que la idea del señor Paul les iba a permitir generar ganancias, sin embargo cuando las guitarras solidas de Fender comenzaron a colocarse en el mercado, los de Gibson decidieron buscar al loco que había construido “una escoba con pastillas” para seguir apoyando su proyecto, el cual, después de varios prototipos, se cuenta que más de 50, decidieron bautizar como Les Paul, no sin dejar de lado el hecho de que Maurice Berlín, presidente de la compañía, no quería imprimir el nombre de la marca Gibson en la guitarra por aquello de que no se vendiera, pero como si desde el cielo le hubieran iluminado la mente cambió de opinión porque no fuera a ser la de malas y siempre si tuvieran éxito, cosa que así fue.
Yo pensaba que Les Paul solo se dedicaba a experimentar con cuerdas, pastillas y madera, y esto lo digo porque antes de convertirse en el creador de una guitarra tan emblemática en la música, Les también creó música y grabó discos dándole a sonidos como el Jazz, porque, como la mayoría de los músicos talentosos comenzó desde muy pequeño a la edad de 8 años tocando la armónica, después intentó tocar el banjo quedándose finalmente con la guitarra.
En lo personal no sé tocar guitarra, lo intenté, en verdad lo intenté, pero el hecho de no saber tocar guitarra no me hace desear menos el tener una Gibson Les Paul 1957, año en el cual se fabricaron las guitarras Les Paul que hoy en día se encuentran entre las más caras y mejor construidas de la historia; por cierto que le comentaba a un amigo que desear una guitarra Gibson Les Paul 1959 (la mejor según expertos), es como desear tener de novia una mujer infinitamente hermosa, no basta con desearlas, hay que saber tocarlas.
Me atrevería a decir que aquel prototipo (llamado “THE LOG” tablón) de Les Paul en 1945, el cual fue rechazado por los directivos de Gibson, fue lo que para Gepeto el tronco del cual creó a pinocho, génesis de una creación maravillosa.
Como les decía, este no pretendía ser un artículo impresionante, pero fue difícil resistir la tentación de comentar cosas sobre el hombre que en la búsqueda de una herramienta para comunicar sentimientos por medio de la música, terminó dándole un pedazo de su alma a una guitarra, es por ello que a un año de su muerte, 13 de agosto de 2009, no se pude decir que el viejo Les Paul se ha ido: cada vez que una de sus niñas toca música él está presente.
Edoardo Vargas, Comunicólogo.
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